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Hola a todos. Sí, ya lo sé, quizás debería haber publicado este blog hace unos días, pero todo tiene una explicación. He vuelto de Turín malísimo, estuve dos días KO y desde entonces arrastro una tos que envidiaría un camionero sexagenario que empezase a fumar a los 13 años. Y no, el título del blog no tiene nada que ver con ninguna canción setentera erótico-festiva que involucren a Esteso o Pajares. Así que tendré que darle un enfoque distinto a esta entrada porque en fin, hace casi una semana del final de la Final Eight, con la impresionante victoria del Lietuvos Rytas. Desde mi punto de vista ha habido dos ganadores individuales: Marius Petravicius y Jonas Vainauskas.
 
El otro día escribí un perfil de Petravicius en la web de la Eurocup y más o menos venía a decir que frente a las estrellas que salen en la prensa desde que tienen 15 años, hay otros jugadores que trabajan con el pico y la pala toda la vida hasta ser considerados como estrellas. Petravicius es sin duda el mejor ejemplo del segundo grupo. Tuvo una carrera discreta en la NCAA - jugando, por cierto, muchos años con Chuck Eidson en South Carolina. Empezó desde abajo su carrera europea, eso sí, ganando un título europeo de cuarta fila con el Mitteldeutscher de Wendell Alexis. Tuvo una lesión estando en Oostende que lo dejó KO toda la temporada y tuvo que ser esa máquina de captar talento que es el Ventspils quien lo recuperase para el baloncesto. Desde entonces cada temporada ha sido mejor que la anterior para Petravicius.
 
La verdad es que dije a todo el mundo que si la final era igualada, la victoria era para Rytas. Estos tíos juegan 5 partidos para ganar campeonatos cada año, cosa que el Khimki no hace ni broma. Tienen experiencia en estas situaciones - eso sí, el 90% de las veces contra el Zalgiris. El caso es que cuando un partido está igualado y quedan dos minutos algo así pesa más que el dinero o incluso está por encima del talento individual. Pasó en semifinales - triple circense de Lukauskis incluído - y también en la final.
 
Por cierto, que en la final vimos una master class de la táctica del conejo. Ha sido una coña que Edu Roca - nuestro webmaster - y yo hemos tenido toda la Final Eight. Para los no iniciados, la táctica del conejo es un invento de Manel Comas que consiste en ir por detrás todo el partido y dar el golpe definitivo cuando queda poco tiempo para el equipo - más  poderoso que tú - reaccione. El conejo merodeó por Turín en el Zadar - iurbentia Bilbao Basket y también en el Bilbao - Khimki. Conejus interrumptus, eso sí. Al final sí que pasó en el Rytas - Khimki. Cuando iban remontando ya estábamos hablando de ello. Al final en el último minuto pérdida del Khimki y triple del tío ese que se llama como un pueblo andaluz, Steponas Babrauskas. Conejo. Comas es el más grande ideólogo de los dos últimos siglos.
 
El otro ganador, claro, es Vainauskas. A este tío o lo adoras o lo odias, pero es innegable que es bueno en lo que hace. El Rytas siempre es de los primeros equipos - a menudo el primero - en completar su plantilla en Europa. Ninguna de sus estrellas vienen de grandes equipos - bueno, menos cuando ficharon a Hollis Price, claro, eso es evidente. Siempre está seguro de sí mismo y es de los pocos dueños de equipos que entabla amistad profunda con sus mejores jugadores. Vive el baloncesto como pocos y bueno, el tipo es prepotente, nacionalista y demás, pero sabe de baloncesto y tiene cojones, suficiente para que me caiga mejor que bien. Además, el Rytas rara vez pone excusas. Vivimos en un planeta basket donde las excusas están a la orden del día. El Rytas ha entrado por Eurocup a la Euroleague - la única vía que tiene abierta - TRES VECES. Se han hecho grandes ante la adversidad, y el equipo compite como pocos con el presupuesto que tiene. Veremos qué pasa el año que viene, Jonas da por perdido a Eidson - al que firmó por dos años y poco dinero - pero dice que tiene alguien en cartera para sustituirle. Será interesante saberlo.
 
Dejando la Eurocup y aparcando el tema Final Four para otra entrada venidera, mañana mismo me voy a Zaragoza a ver el Cajasol - CAI. Le he dado mil vueltas al coco y bueno, no pensaba ir pero he pasado tanta miseria baloncestística este año que coño, ya toca ver un partido con otra actitud más beligerante. He decidido ir de público y con mi camiseta del club en vez de meterme en prensa y tener que esconderme por respeto. Será un día completito - Belén y yo llegaremos a las 10, iremos al Pilar, partido, espero ver a Clay Tucker y demás a la salida, almuerzo potente y regreso a casa. Esperemos que el equipo juegue al nivel que lo ha hecho las últimas semanas. Es un partido crítico para nosotros porque un 0-2 con el CAI sería volver a tener esa sensación horrible que medio nos hemos sacudido.
 
Intentaré contaros cómo me ha ido en Zaragoza a principios de esta semana. In Clay We Trust.